[ANÁLISIS] El Mundo de Nubla

Cuando eres un enamorado del arte y de la Historia te es sumamente complicado analizar de manera objetiva títulos que están íntimamente ligados a tales disciplinas. Por ejemplo, al margen de que Age of Empires II es una obra maestra, el plus que aporta su documentación histórica hace que me sea muy difícil ser objetivo con él. Algo similar me ocurre con otros videojuegos como la saga Imperivm o Assassin’s Creed.

Sin embargo, si no intentase ser objetivo sería un charlatán y un impostor -espero no serlo-, por lo que también debo abstraerme a la hora de buscarle las cosquillas a este tipo de juegos. Es el caso de Nubla o El Mundo de Nubla -su versión «mejorada»-. Estamos ante un videojuego muy particular, si es que podemos catalogarlo como videojuego, ya que yo me inclinaría más bien por llamarlo «experiencia».

Nubla nace de la actuación conjunta entre Educa Thyssen y Gammera Nest. Educa Thyssen es el área de educación y experimentación del Museo Thyssen Bornemisza de Madrid (España). Según la propia web, el objetivo de Nubla no es más que una forma de representar el Museo a través de la tecnología y la narrativa digital con el objetivo de educar. Igualmente, según el Museo Thyssen, Nubla supone un experimento narrativo dentro del mundo de los videojuegos cuyo fin es hacernos pensar y hacernos también valorar el arte.

Sin duda, Nubla -o El Mundo de Nubla- es un videojuego diferente, muy alejado de las tendencias actuales dentro y fuera del mundo ‘indie’. Salió discretamente a la venta el 19 de noviembre de 2015 de forma digital, para posteriormente reeditarse de forma física en una edición exclusiva de GAME a finales de 2016.

Los escenarios de Nubla son su gran punto fuerte como videojuego.

Gráficamente es un título muy particular. Para muchos puede ser considerado flojo a nivel técnico o simple, sin embargo es consecuente consigo mismo ya que intenta adoptar un estilo artístico-visual cercano a las obras de arte en las que se inspira -todas ellas pertenecientes a la colección permanente del Thyssen-. No es un portento técnicamente, pero cumple su cometido de forma sobrada para el tipo de juego que es y lo que pretende.

El diseño de los protagonistas quizá no sea muy variado -tanto los reales como los pictóricos- pero no es algo que afecte en demasía al juego, ya que sí que existen determinados detalles en cada uno de ellos que los diferencian del resto. Además, el diseño es muy acorde a la estética general de Nubla.

La inspiración en obras de artes es constante.

Los escenarios, por su parte, sí que están a un grandísimo nivel y son, sin duda, lo mejor de todo el juego. Su atractivo reside en el diseño y en estar inspirados en algunas de las obras más icónicas del Museo Thyssen de Madrid. Son lo mejor del juego ya que demuestran un verdadero estudio de las obras que componen el Museo. Nubla es simple sí, pero también efectivo en su apartado técnico.

Por contra, a nivel sonoro nos encontramos ante un videojuego bastante simple que raya incluso el suspenso. La banda sonora es demasiado repetitiva y melancólica, con un repertorio de temas muy escaso y también, a veces, poco inspirados. En Nubla no existen voces, aunque el título se encuentra localizado a diferentes idiomas, entre ellos -evidentemente- el español. Por último destacar que los efectos sonoros y ambientales están a la altura del apartado sonoro general, es decir, bastante simples y anodinos.

La jugabilidad tampoco es algo que destaque en El Mundo de Nubla. Como comentaba al inicio del análisis, no podríamos considerar al título de Gammera Nest y Educa Thyssen como un videojuego al uso, ya que ni siquiera ellos mismos lo hacen. En la web de Educa Thyssen lo definen a la perfección como experiencia, ya que precisamente es lo que es. No es un plataformas, tampoco un título puzzle, una novela visual o una aventura gráfica, aunque reúne un poquito de cada uno de estos tres géneros.

En Nubla únicamente se nos permite una decisión al inicio del juego, elegir un personaje u otro -un chico o una chica-. Nada más. El resto de la aventura prácticamente irá sobre ruedas con pequeñas dosis de plataformas -imposibles de fallar ya que en Nubla no existe el concepto de muerte- y puzzles.

Un concepto de juego extremadamente sencillo y apto para todos los públicos, aunque con un ‘target’ claro: jóvenes y/o amantes del arte. Esta experiencia tendría sentido si no fuese por el elevado número de ‘bugs’ con los que salió al mercado en 2015, los cuales hacían al título de Gammera Nest y Educa Thyssen absolutamente injugable y, por ende, una falta de respeto hacia el consumidor del mismo. Por suerte, con su reedición de 2016 El Mundo de Nubla, estos errores están corregidos a día de hoy y los pocos ‘bugs’ que podemos encontrar son insignificantes.

La historia nos pone en la piel de una chica o un chico que visita el Museo Thyssen de Madrid. En un momento determinado nos quedamos dormidos en el museo y cuando despertamos los personajes de los cuadros se han salido de ellos para pedirnos ayuda. Ellos nos dicen que existe un universo dentro de los cuadros del museo y que únicamente con nuestra ayuda podrán devolver a la vida dicho mundo, el cual lleva mucho tiempo olvidado. Para ello tendremos que buscar a Nubla, el personaje que da vida y sentido a todo ese universo pictórico.

Todo en Nubla gira en torno al Museo Thyssen.

En definitiva, El Mundo de Nubla parte de una muy buena idea pero se queda muy atrás en su desarrollo. A nivel artístico no hay pegas, tampoco en su concepto argumental. Sin embargo, su jugabilidad hace aguas por todos lados debido a su extremada simpleza y escasa duración: apenas 45 minutos, siendo generosos.

NOTA: 5/10.